miércoles, 30 de mayo de 2007

Mundo extraño

En la derrota encontré la alegría de ser ignorado, En el desprecio el bienestar de sentirme diferente. En la mediocridad conocí la excitación de ser anónimo. En la soledad me conocí a mí mismo. En la vida conocí la soledad, y en la soledad, la derrota, en la derrota el desprecio, en el desprecio la mediocridad, y en la mediocridad la muerte. Una vez muerta la ilusión descubrí el mundo, un mundo de miseria y frustraciones en el que da igual quien seas o que ames, ya que se deformará y pudrirá hasta ahogarte. Un segundo antes las lágrimas inundarán tus ojos, y hasta ellas se reirán de ti y de tu desgracia. En ese momento comprenderás a los que llamabas pesimistas, y odiarás a tu madre por vomitarte en este extraño planeta de tristeza y desilusión. No es justo, ¿verdad?, pídele cuentas a tu Dios, ¿escuchas respuesta?, ¿qué esperabas?. Perdiste. La vida es una apuesta muy grande y aún no conozco a nadie que haya ganado, ¿acaso tu sí? Pobre, jugaste de farol creyendo que eras diferente, especial, pero todos pecaron antes de vanidosos y fueron abatidos como ángeles que caen del cielo. Como tú. Como yo.

3 comentarios:

La monaca di Monza dijo...

Percibo como siempre, mi querido Vizconde, una gran rabia en su interior, ¿Desamor? ¿Aristocrático hastío vital? De cualquier forma me regocijan sus desahogos en esta nuestra cueva de ladrones. Un beso dieciochesco.

Vicky dijo...

A veces sin darnos cuenta nos maltratamos nosotros mismos, ¿no será eso señor vizconde? Buscar una nueva forma de mirar la vida o un nuevo enfoque quizá le ayudaría a salir de la oscuridad.

Alejandro Colera dijo...

Os equivocais. Yo no escribo sobre lo que siento. Escribo sobre los que los demás sienten. Los aristócratas como yo, estamos muy por encima de comportamientos sentimentales o profundos. Lo vanal y superfluo es el estandarte de nuestras glamurosas vidas. Todo lo demaás, como decía la canción, es puro teatro...