viernes, 28 de febrero de 2014

Clases de baile

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El otro día me comentó un amigo que él y su novia habían empezado a ir juntos a clases de tango.  Al principio me pareció una idea un tanto extraña, sobre todo por que mi amigo siempre ha sido un poco cortado, pero a medida que me contaba la ilusión que les hacía que llegara el día de la clase y lo que se reían en casa ensayando los pasos en el salón en medio de los muebles, empecé a pensar…

Las parejas debían ser capaces de bailar juntas.

Acompasar los pasos, medir las distancias, dejarse se llevar y saber llevar. El baile enseña mucho de eso, a estar juntos, a seguir el ritmo, a mirarse a los ojos.

Bailando hay que perdonar los pisotones, y a veces hay modificar el rumbo, hay que saber esperar.

Se puede susurrar al oído, sentir cerca los latidos del corazón del otro, acariciar, medir el espacio, mirar a los otros, pero también aislarse del mundo, compartir en silencio. 

El baile tiene mucho de rito, como el amor, mucho de anticipo y de sorpresa, y el cuerpo se pone en juego, aunque supongo que los mejores bailarines lo que más ponen en juego es el corazón.


lunes, 24 de febrero de 2014

Haciendo las maletas

Siempre que la vida se me complica París me recibe como una perfecta y elegante anfitriona, dispone para mi una mesa impecable y me sirve un festín en hermosa porcelana de Limoges, champagne en brillantes copas de cristal de bohemia. Me dejo emborrachar, dejo que París me cure como ha hecho siempre, que sople su viento húmedo sobre mi corazón vaciándolo de palabras.

Hoy, caminando por las calles mojadas he deseado intensamente marchar, bajarme del tren en Austerlitz una fría mañana de primavera y caminar sin rumbo, perdida  en el gris elegante de la ciudad que adoro como a ninguna otra, la que adoraré aunque conozca todas las ciudades del mundo.

París es una fiesta que nos sigue aunque no tengamos ganas de fiesta.

Hoy deseo pasear a la orilla del Sena, sentarme en un café de la Ile Saint Louis, comprar cosas bonitas en Le Marais, extasiarme delante de Olympia en el Museo D'Orsay, fumar un cigarrillo en el Pont Neuf, deseo perderme sola por esas calles abiertas al cielo, esas calles que visten la lluvia, las nubes o el sol como modelos del alta costura.

Necesito París, sus mujeres elegantes, el acento de su gente en las terrazas, el césped perfecto de sus jardines, sus ventanas, sus tejados, la buhardilla de la última vez, la risa de mis sobrinos y la charla de mi prima, siempre añorando el sol en el paraíso.

Así qué voy a ir sacando un billete aunque sea en el Google Earth, cuando París me llama, mi vida no puede faltar a esa cita.



lunes, 17 de febrero de 2014

Sin gruñir jamás... sabrá cantar


En esa maravilla que es ver por primera vez una película en el cine, sonaron los acordes de Chim-Chim-Cher-ee y yo empecé a llorar como un loco. Toda la inocencia perdida a flor de piel.
Quería verla y lo he conseguido. Sabía que pasaría dos horas mágicas.
De pequeño vi Mary Poppins cientos de veces... Todavía hoy cuando la encuentro en algún canal o voy a casa de alguna amiga con niño no puedo evitar fijar mi atención en esta joya del cine.

Aquellos que no tengan un punto de sus sueños infantiles en esta niñera mágica se han perdido realmente muchas y maravillosas sensaciones. Esta historia es tremendamente británica hasta el punto de no ser Mary Poppins una niñera simpática (más bien, si se analiza con frialdad, es una mujer dura algo germana). En mi memoria hay cientos de imborrables recuerdos asociados a los personajes: la madre sufragista, las criadas, el policía, el perro, el hombre orquesta, el director del banco... Una película donde la gente al reír de verdad ¡vuela!!. Creo que la escena que mejor define lo que es Mary Poppins es esta: 

Amando como amo está película no podía dejar de ver "Buscando a Mr Banks", y por supuesto maravillado me encuentro. La historia esta basada en como Walt Disney intenta convencer a la autora de la novela para que le ceda los derechos. Ella es una mujer estirada, dura y cabezona que no acepta ningún planteamiento edulcorado: no quiere música, no quiere dibujos animados, no quiere boberías...
La realidad es que Walt Disney intentó durante 14 años que ella cediera estos derechos y solo ante una estrechez económica ella aceptó viajar a Los Ángeles para revisar un posible guión. Para cerciorarse de que todo estaba en orden impuso que se grabaran todas las reuniones y es a partir de estas cintas (conservadas por suerte) como se ha podido recrear esta película.
La ambientación impecable, el vestuario maravilloso... Para amantes del racionalismo frívolo de los 60 americano: sillas divinas, vestidos abalenciagados, lujo y nostalgia. Emma Thompson no puede estar mejor (la adoramos)... 
Tenía mis dudas sobre si esta historia daba para una película entretenida y lo da. La película es amable, divertida y sensible para los amantes de Mary Poppins... Ayuda a entender la dureza de los personajes de la película... Un buen guión que busca de manera freudiana en el pasado de la autora para entender su obstinación y el control que quiso ejercer sobre la producción.
En toda la complejidad del pulso entre los dos genios uno va reviviendo sus sueños gracias a las escenas en las que se deciden aspectos de la película: el vestuario, el mango del  paraguas, los escenarios... y sobre todo la música. Emocionan las escenas en las que el guionista (P.L. Travers) y los hermanos Sherman (músicos) componen los números musicales de la película. Estos personajes y otros secundarios como el chofer y las secretarias son deliciosos y tiernos. He encontrado este pequeño docu sobre los personajes que me ha encantado.


Sería injusto si no destacara que Tom Hanks está maravillo (aunque no sea santo de mi devoción)... Y por contra que Colin Farrel sobra estrepitosamente en esta película...

Si alguien se anima yo repito!!