martes, 31 de diciembre de 2013

FELIZ AÑO NUEVO


Con zapatos brillantes, deslizándome por las relucientes baldosas, un dos tres, un dos tres... apago todas y cada una de las luces de este 2013, murmurando no...

o si....

Cierro ese extraño salón de baile que ha sido el viejo año y salgo a la noche fría, deseo un desayuno a ritmo de vals vienés tras una fiesta en la que vestida de negro, me encomiendo  a Blake Edwards.

Espero cantar y reír en idiomas desconocidos, con un escritor francés, una misteriosa dama brasileña, mis Antonios queridos y  los locos a cuyos brazos me lanzo siempre que la vida se me pone difícil, encontrando refugio, sorpresa, arte, locura e impulso para lanzarme a encender las luces de un nuevo año en el que seguiré bailando con zapatos brillantes y una nueva sonrisa acompañada por todos vosotros. Os quiero y os deseo a todos un FELIZ AÑO NUEVO.



En Viena hay diez muchachas,
un hombro donde solloza la muerte
y un bosque de palomas disecadas.
Hay un fragmento de la mañana
en el museo de la escarcha.
Hay un salón con mil ventanas.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals con la boca cerrada.

Este vals, este vals, este vals,
de sí, de muerte y de coñac
que moja su cola en el mar.

Te quiero, te quiero, te quiero,
con la butaca y el libro muerto,
por el melancólico pasillo,
en el oscuro desván del lirio,
en nuestra cama de la luna
y en la danza que sueña la tortuga.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals de quebrada cintura.

En Viena hay cuatro espejos
donde juegan tu boca y los ecos.
Hay una muerte para piano
que pinta de azul a los muchachos.
Hay mendigos por los tejados.
Hay frescas guirnaldas de llanto.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals que se muere en mis brazos.

Porque te quiero, te quiero, amor mío,
en el desván donde juegan los niños,
soñando viejas luces de Hungría
por los rumores de la tarde tibia,
viendo ovejas y lirios de nieve
por el silencio oscuro de tu frente.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals del "Te quiero siempre".

En Viena bailaré contigo
con un disfraz que tenga
cabeza de río.
¡Mira qué orilla tengo de jacintos!
Dejaré mi boca entre tus piernas,
mi alma en fotografías y azucenas,
y en las ondas oscuras de tu andar
quiero, amor mío, amor mío, dejar,
violín y sepulcro, las cintas del vals.


lunes, 16 de diciembre de 2013

Opaca resaca




"De futuros espectros
Nosotros somos la triste opacidad"



Al final de nuestra reunión del sábado sonó esta frase  como una advertencia, la máxima amarga en que desembocó nuestro festivo carpe diem, el punto final a nuestra inocente bacanal de emociones.

Somos opacos, de materia sombría y no dejamos pasar la luz.

Pero ¿Y reflejarla? ¿Y vestir una silueta luminosa en el juego de un contraluz?

Cazar el instante dorado y devorarlo en eso ha de consistir la vida.

Como incansables zapadores rodeados de minas de confeti, el sábado estallamos una y otra vez en carcajadas, lagrimas y abrazos.

Las palabras y  la música nos colmaron, y el sol a través de la ventana, por un instante, nos dotó de una extraña transparencia. Como el dulce pecho de E.T. vimos brillar nuestros corazones de futuros espectros.

Es una difícil resaca recomponerse cuando la felicidad nos deja tan deshechos, volver al silencio tras la risa, o a la búsqueda tras el encuentro. 

Atesoremos nuestra alegría y nuestro amor, será dulce vagar si podemos volver a esos instantes.