miércoles, 25 de abril de 2007

Hace falta la noche



Hace falta la noche.

Hace falta la noche para oler la piel de los niños que duermen, y para escuchar el crujir de la nieve que estrena las calles.

Hace falta la noche para pisar con disimulo los pasillos y para cerrar las puertas que crujen gritando a las espaldas.

Hace falta la noche.

Hace falta la noche para que el ojo se empape de dolores mendigos, para que el fuego prenda los sentimientos fatuos, para hacer confidencias, para echar de menos las ausencias, hace falta la noche.

Hace falta la noche para tumbarse en la hierba, para sentir el frio del rocio anunciado, para buscar debajo de la cama los miedos que perdimos.

Hace falta la noche.

Hace falta la noche.

Para morder, sudar, temblar, amar, matar. Hace falta la noche.

martes, 24 de abril de 2007

A veces quiero ser buena.




Si, a veces quiero ser buena y dentro de mi cabeza siento revolotear en remolinos tiernos las plumas del angelito que personificaba mi conciencia infantil y bienpensante. Es entonces cuando un ligero rubor empieza a colorear mis mejillas y lo que parece ser un brillo místico se desprende suave de mi lagrimal empañando mi mirada de cordera.

Pero no, no puedo ser buena ¿Por qué he de serlo? este maldito mundo no esta hecho para los buenos me digo, toda la bondad que admiten las aceras de esta metrópoli irracional e impía son las curvas vertiginosas de una posadera de tía buena no de una buena tía. Así que no puedo ser buena, soy sin lugar a dudas una malhechora, una villana.

Esta es una calle de novela. Un callejón donde los malos de folletín se esconden en el margen más oscuro, donde las espuelas martillean el polvo amarillo del far west de nuestras vidas acomodaticias. Esto es una cueva de malhechores rockanroleros y dionisiacos. Aquí no hay normas que nos calcen, no alcanza lo políticamente correcto, derramemos el vino de lo salvaje, ojos observan por rendijas silenciosas de ventanas enmarcadas de oscuridad. El beaterio del buen rollito no quiere el silbido helado de nuestras conciencias despiertas, batámonos con el brillo de acero de nuestras letras afiladas. En esta calle peligrosa solo sirve la capa parda del ingenio, golpearemos la bravuconada y aplaudiremos el destilado veneno de las ideas nuevas, resguardemos nuestros flancos y nuestros lomos incluso de las palmaditas cómplices.

Seamos malos.

Así que bienvenidos los Richelieu, las Milady, los Malatesta, las Lady Macbeth, los Yagos, batámonos los cobres, derramen el veneno de sus lenguas, sacudan las damas sus enmascaradas melenas de Verónica Lake, bienvenidos los Valmont, y las Marquesas de Merteuil, piratas, corsarios aquí hay patentes para todos. Brindemos en esta cueva de ladrones, riámonos a carcajadas, o enmascaremos nuestras sonrisas de colmillo afilado, esta es una calle sucia del Paris más disipado, el más oscuro callejón de Madrid, la taberna más ruidosa de Nápoles, es la cubierta del buque más fantasma.

Aquí estamos la familia de Malatesta donde cuanto mas villano y pendenciero mejor.