viernes, 20 de febrero de 2009

No es Luz de Viernes, es mucho más...

Estaba escribiendo lo de la lámpara que se enciende y me he encontrado un poco melancólico pastoril romancero...
Acostumbramos, no sé si por realidad o erudición, a tener un concepto negativo del ser humano, de la vida y de la existencia (que no son lo mismo). Muchas veces aceptamos como válido lo que los libros, las películas y las canciones nos traen a los pies como hojas secas: la idea de que el ser humano subsiste, que sobrevivimos en el huracán de desaciertos de la humanidad sin poder poner remedio. Nos hemos conformado con lo que no has llegado al final de la historia (ya que la historia termina donde comienza el presente según Panovsky, algo que podríamos debatir lungamente).
Lo que quiero decir con este extraño razonamiento es que cuanto más sabe uno (y midiendo que le queda por saber cada vez más) y que cuando vamos creciendo por dentro (por dios no más por fuera!!!), asumimos un modelo muy pesimista de lo que en si es el presente y devaluamos la esencia humana. De todo esto tiene mucha culpa la literatura, y demás modelos narrativos, que acostumbra a acercarse a desamor, a lo desagradable, a la violencia emocional y al maltrato de los sujetos que se ven sometidos a presentes de los que no pueden salir por que la idiosincracia de su entorno es mala.
Evidentemente estos géneros que tanto amamos necesitan nutrirse de la infelicidad y la sordidez por que sin problemas no hay guión que se soporte más de veinte páginas, cinco acordes o siete minutos. La Felicidad no vende pero eso no quiere decir que no exista.
Estoy harto de creer que el ser humano ha creado un modelo social perverso donde se sobrevive. Nos pasan cosas que nos hacen sentir desgraciados (a todos sin excepción) pero hay tantos motivos para ser tremendamente feliz. El problema es aspirar a la una felicidad continuada y plena, somos impulsos, nos procreamos por impulsos, vivimos de los impulsos del corazón, vivimos en una intermitencia continua donde lo no intermitente es lo mismo que la nada ( o la muerte en su defecto), recordemos la línea de los electrocardiogramas.
Bien, pues todo esto viene a colación de que considero que el pesimismo narrativo nos lleva a concebir un pasado, un futuro y sobre todo un presente oscuro y cruel, y al final creo que la vida nos da mucha felicidad si sabemos identificarla. La felicidad se construye día a día, momento a momento y no se es o no feliz sin más, se está feliz en un momento determinado y la vida nos coloca muchas pequeñas cosas para que lo descubramos, otra cosa será que lo laberíntico de nuestras pasiones (y pulsaciones) no nos permita verlo, o pese demasiado para enfocar y verlo con nitidez.
A mi dormir después de comer y comer spaguetis con tomate (será simple el tío) me hace feliz.
Todas las noches (después del día largo y trabajoso) mi perra se sienta a mi lado y pasa una hora siendo acariciada hasta que me duermo, casi es un ritual. Releer una novela y Leer un Hola me hace feliz... Hablar con mi sobrina me hace tremendamente feliz... Y recordar cosas del pasado que me resultan placenteras (aunque notálgicas) como el otro día que vi un trozo de Luz de Luna donde salía la Srta.Topisto y recordé que al terminó de la serie (de la que no entendía la mitad) había que irse a la cama si quería verla al jueves siguiente y todo esto desembocó en lo que quiero a mi Madre... Querer y admirar a mi madre me hace feliz.
¿Y os preguntaréis a qué viene todo esto?... Pues a que está mañana me he despertado más temprano de la cuenta, lagañoso y empijamado me he hecho un Nesspreso (publicidad gratuita, pero ya sabéis que un Nesspreso es mucho más que un café)y me he vuelto a la cama taza en mano. Me he tomado un café observando como las primeras luces del día que se colaban por el postigo entrecerrado, y venían a caer sobre la cara de Kiko, su piel se veía suave y rosada y los pelillos de la barba parecían dorados. Nadie parece malo durmiendo (como decía aquel) pero no os podéis imaginar el espectáculo que es ver a ese hombre tan "shico" y tan bueno dormido, con la boca entre abierta, abandonado a la indefesión del sueño. Me he ido y lo he dejado durmiendo. Al salir de casa me he sonreído por dos motivos:

1.Ha sido uno de los momentos más felices de mi vida.
2.Cuando vuelva seguirá en casa y es solo mío...

miércoles, 4 de febrero de 2009