miércoles, 23 de abril de 2008
La Señora Elegante
Mi relación con ella es casual, nos encontramos cada cierto tiempo haciendo las mismas cosas en los mismos lugares, y se ha convertido ya en un personaje que nunca olvidaré. Así como se olvidan las caras, los apellidos o incluso los hechos comunes de un amigo, el rostro de la Señora Elegante podría dibujarlo sin problema con el máximo detalle.
La Señora Elegante debió ser en otra vida un ave… Un pájaro grande de patas largas y pico curvado; quizás una garza o un flamenco, probablemente una criatura nómada. Tiene la piel dorada, pero no gracias al sol, hay seres que parecen haber nacido con una piel privilegiada, aun así me gusta pensar en ella paseando bajo el solcolonial con atardeceres del color de su piel cuando de joven esperaba ser una gran aventurera.
Aunque es casi septuagenaria, el tiempo no ha crecido en su rostro salvo en las comisuras de los ojos, donde las arrugas parecen pequeñas raíces de una hierva delicada. Cuando mira parece que ya lo hubiese visto todo, sus parpados se mueven con suavidad ya que nada perturbaría a la Señora Elegante. Su mirada no parece atenta, existe un pasado mucho más emocionante que recordar, el presente le aburre. De Joven vivió en palacios adornados con arañas de cristal donde conoció a grandes personajes de todo el mundo. Un día lo dejó todo para ir de Londres a Moscú en pequeños compartimentos de trenes viejos, donde conoció a un hombre llamado Armando junto al que fue muy feliz durante un mes...
Sus pómulos son pronunciados y su rostro alargado como un retrato del Greco. La nariz es grande y en su perfil desafía como una vela del mástil de un barco. Jamás la he visto sonreír. A veces entreveo un pasado trágico en ella, un pasado que ella asume con resignación. Tampoco la vi acompañada. ¿Desaparecerían sus familiares en un extraño suceso?...me gusta pensar que su soledad es elegida pero creo que mi Señora Elegante perdió algo una vez, algo muy importante para ella.
El cabello es color ceniza y cae lacio sobre sus hombros en cuidadísima melena de ralla al centro, debe llevar desde su juventud con este peinado, pero hace 30 años la Señora Elegante llevaba modernas boinas de color o incluso arriesgados sombreros que ella misma compraba en París cuando la revolución de mayo la sorprendió en brazos de un alocado estudiante que le hablaba de Kafka en su pequeña entreplanta de Montorgueil.
Probablemente la elegancia se pondría en entredicho al verla desnuda ya que padece una delgadez acusada. No obstante de vez en cuando regala la forma de sus piernas con una comedida falda y deja ver unos tobillos finos que sostienen formas fuertes. Su cintura no es muy estrecha y sus pechos simplemente no están. A veces lleva una camiseta de rallas rojas y blancas que me dejan ver sus clavículas algo exageradas que parecen tensar su espalda grande y recia. La Señora Elegante fue deportista de élite. La imagino en una antigua piscina con un gorro de negro y un ceñido bañador deportivo preparando un gran salto desde un altísimo trampolín olímpico.
¡Y cómo viste la Señora Elegante!. A veces se esconde bajo un apabullante abrigo de pieles grises y otras tantas lleva cazadoras de cuero muy ajustadas. Acostumbra a lucir pantalones de lino en verano y prendas de tweed en invierno. Le encantan los bolsos. Suele llevar bolsos de asa larga bastante grandes en los que debe guardas muchos secretos. La he visto escribir cosas en una pequeña agenda de piel con un bolígrafo finísimo de oro. Creo que anota cosas hermosas que diría a su gran amor perdido. O quizás desea conservar pequeñas sensaciones que de pronto le han parecido inolvidables y que luego tanscribe en casa a un diario que lleva años siendo su fiel confidente. En casa solía dedicar mucho tiempo a escuchar música en su tocadiscos, pero de un tiempo a acá no encuentra quien se lo arreglé, por lo que pasa las hora leyendo o escribiendo una novela que empezó hace mucho tiempo.
Hoy, el día en que cumplo 30 años, he visto a la Señora Elegante saliendo de una iglesia y no he podido evitar este homenaje. No se nada de ella, ni ella me ha visto nunca, pero lleva 12 años haciéndome imaginar bellas historias… ¿qué nos quedaría sin esta capacidad para fabular sobre lo que nos rodea?... Algún día me acercaré y le daré las gracias… ¿quién sabe? la señora Elegante es tan educada que incluso es capaz de sonreír para mi…
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4 comentarios:
maravilloso, maravilloso... Y maravillosa ella también.
Precioso!!!! Un post maravilloso evocador y delicado como la señora que nos describes...de mayor quiero ser como ella! Besos
Me encantaría conocerla...Precioso tu post y tu fabulación, esperamos nuevos retratos. Besos
Se me ha puesto el vello de punta!
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