
No me había dado cuenta nunca de que los ataúdes tienen cerradura.
Ayer enterramos a la tía abuela Paquita. La pobre murió veraneando en Marbella. ¡Qué cosas!, en esa parte de mi familia hay bastante corruptela.
Es curioso, cuando asistes a un funeral como familiar lejano, y la defunción es por una cuestión de economía mundial, tiendes a verlo todo como el que mira un cuadro. En este caso como el que asiste a un espectáculo circense. Toda la familia reunida en el mísero espacio de seis bancos de iglesia, todos juntos y casi revueltos: los buenos con los malos, los ricos con los pobres, los honrados con los tramposos, los listos con lo necios...
En la primera fila se sitúan los verdaderamente compungidos; en la segunda, los simplemente afectados junto con los que aparentan gran dolor; y, en la tercera, los que no tenemos más remedio.
Enfrente, la finada tía abuela Paquita, con esos horribles roscos de flores con dedicatoria. Ahí, cómoda y calentita en su mullido colchón de raso blanco.
Y llenando la iglesia, cientos de vecinos más pendientes de que el primo Luis no ha saludado a la tía Pepi porque se llevan fatal que de las muestras de dolor agónico de los verdaderamente compungidos. Al final descubrí que no estaba viendo un espectáculo, el circo éramos nosotros: monos, funambulistas, payasos, tragafuegos, malabaristas... y el público nos contemplaba con la mirada insaciable del que espera un batacazo o un mordisco de león a destiempo.
Lo peor, esa sensación de frívola pasividad en mi estomago ante el cuerpo frío y ajado de la pobre tía abuela Paquita; y las ganas de lanzarme sobre el cuello de más de una prima a pesar de estar en la casa de Dios.
Lo mejor, el modelazo divino “Luto riguroso en París” de la prima Loli; y la erótica de la casulla, Dios me perdone.
Cuando muera, por favor, no cerréis con llave mi ataúd, me parece algo absolutamente macabro.
3 comentarios:
Que curiosos análisis sociológicos pueden sacarse de velatorios y funerales, pobre tia-abuela Paquita, descanse en paz. Estupenda foto.
Tan grotesco como lo hubiera descrito Valle-Inclán, sin ninguna exageración ...son así las cosas
Has escrito el Evangelio. Es asín como lo cuentas y más todavía. Lo de la cerradura si que da que pensar, ummmm. Grande, grande, Micomicona.
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