Hay en mi una herencia extraña y peculiar que le debo a mis padres. Es una huella determinante en el carácter que se va fraguando lentamente en la infancia, que se va componiendo esencialmente de recuerdos, sensaciones y sabores, de experiencias que van dejando un poso espeso y perfumado en el alma de uno. Forma parte de la educación íntima que mi hermano y yo recibimos, de la necesaria dedicación de mis padres para construir a nuestro alrededor un mundo bello y seguro. Un mundo que sobrevive en la edad adulta, y que constituye un reducto en el que refugiarnos ante las inclemencias de la vida, un mundo que participa esencialmente del amor a las tradiciones. Por eso cuando llega la primavera y la vida parece estar por estrenar, cuando en las calles huele a garrapiñada y abren “Los Italianos” mi corazón se llena de rumores tiernos de la infancia, de recuerdos de las Semanas Santas que viví de la mano de mi padre, un auténtico y genuino cofrade “granaino”.
Son tantas y tantas emociones asociadas a esta época del año... Mi hermano y yo pequeños penitentes con nuestra vela demasiado grande. La belleza de mi madre vestida de mantilla, mi padre fajándose en la iglesia de Santo Domingo a punto de meterse debajo del paso, el olor de los roscos de mi abuela. Mi hermano y yo con los pies colgando de una tapia en los Grifos de San José viendo pasar a la Virgen de la Aurora, el miedo y la emoción en la noche oscura del silencio de Granada. Mi campana de facundilla. Los detalles, los misterios, las leyendas de esta espléndida primavera de pasión que se repite cada año.
Y hoy es Martes Santo, es un día especial, y saldré a hacer mi estación de penitencia consciente y orgullosa de ser lo que soy, de ser como soy, como me hicieron, saldré a rezar con humildad por todos los que quiero, para que el hombre que anduvo en la mar, y que hoy para mi lleva una pequeña cañilla en la mano nos cuide y nos de sólo lo que merezcamos.
Son tantas y tantas emociones asociadas a esta época del año... Mi hermano y yo pequeños penitentes con nuestra vela demasiado grande. La belleza de mi madre vestida de mantilla, mi padre fajándose en la iglesia de Santo Domingo a punto de meterse debajo del paso, el olor de los roscos de mi abuela. Mi hermano y yo con los pies colgando de una tapia en los Grifos de San José viendo pasar a la Virgen de la Aurora, el miedo y la emoción en la noche oscura del silencio de Granada. Mi campana de facundilla. Los detalles, los misterios, las leyendas de esta espléndida primavera de pasión que se repite cada año.
Y hoy es Martes Santo, es un día especial, y saldré a hacer mi estación de penitencia consciente y orgullosa de ser lo que soy, de ser como soy, como me hicieron, saldré a rezar con humildad por todos los que quiero, para que el hombre que anduvo en la mar, y que hoy para mi lleva una pequeña cañilla en la mano nos cuide y nos de sólo lo que merezcamos.
4 comentarios:
Imagino que el día de hoy será más especial para ti, mucho más que otros martes santos. Yo también rezaré por aquellos a quienes quiero. Un besote enorme.
Sabes que no soy religiosa, pero has despertado en mi un montón de recuerdos semanasanteros...También veía todas y cada una de ellas, hay un paso en particular que sale el miércoles santo, la Virgen de las Angustias, sale de La Catedral, es bellísima, lleva a Jesucristo muerto en los brazos y llora , a su vez está rodeada de angelitos con pañuelos en las manos que lloran amargamente. Decía mi madre que la primera vez que la ví, tenía 3 años, tuvo que llevarme a casa, porque me entró tanta pena, que no dejé de llorar en una hora, tan amargamente como los angelitos, y le preguntaba "¿por qué lloran tanto, mamá?" entre hipido, y que logré entristecer a todo el personal que había cerca. También me ha hecho pensar en la devoción que mis padres (y todo Jaén) tienen a Nuestro Padre Jesús, "el abuelo", esa noche que Jaén pasa en vela mientras El Abuelo recorre toda la ciudad, todos los rincones, sale de la Catedral a las 3 de la madrugada , hasta que ya a eso de medio día se encuentra con la Virgen. Mi padre y mi madre siempre iban por separado a verla, uno se levantaba a las cinco de la mañana y otro a las seis para ir a rendirle un culto solitario y humilde, fuera de los grandes festejos de estas fechas.
Honrar padre y madre... qué cosa más bonita, Dios mío!
Estas flores que nos ofreces como tiernisimas magdalenas de psicoanalista son en verdad conmovedoras.
La belleza de tu madre en mantilla la suscribo yo aunque no la haya visto nunca de tal, porque... dichoso aquél que a los suyos se parece.
Besos!
Jajajaja muchas gracias ya te enseñare un retrato de ella mas joven y con la mantilla...no le alcanzo ni de lejos...que mas quisiera. Y otro día hablamos de las aventuras y desventuras para vestirla y ponerle tan española prenda, tarea que desde hace unos años tengo encomendada y que me depara multiples y variados sobresaltos, y eso que ella dice que es la Virgen del Carmen la que le ayuda a colocarsela, pero eso la Semana Santa que viene...cuando se me olvide lo de este año Ufff.
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