Los milagros son más cercanos de lo que nos creemos. Es más, ocurren todos los días, a nuestro lado, al cruzar una calle, al abrazarnos, al cerrar los ojos durante un instante.
Hoy hay una familia que pasa la Nochebuena en un hospital. Pero esto no les causa la menor tristeza. Tiene un motivo para ello, un motivo pequeño, tierno y maravilloso. No van a echar de menos toda la parafernalia propia de estos días, ni las estridencias de los mercaderes, ni las agonías de los caprichosos... sencillamente porque lo tienen todo. Ha habido un apagón y el universo se ha cerrado en torno a la luz radiante y maravillosa de la vela pequeñita que los alumbra, y no necesitan más. Son los más afortunados, porque participan del milagro, y porque son parte viva de él. Su Amor se ha hecho carne y vive ahora, respirando el aire que respiran sus padres, oliendo el cuerpo de su madre, escuchando las dulces palabras en italiano que le susurra su padre al oído, como una pequeña música sólo para tres .
Como un rescoldo eterno en el corazón, Aurora se ha hecho fuerte dentro de ellos, en cada gesto imperceptible, en cada suspiro y también en cada pequeño quejido; y mágicamente se preguntarán mirándola a los ojos: " ¿cómo podíamos vivir sin tí hasta ahora?" y no recordarán nada de su vida anterior... como si fueran duendes que se han transformado en espíritus.
El milagro está aquí y ahora; y da sentido a sus vidas. Aurora.