viernes, 27 de enero de 2012
domingo, 1 de enero de 2012
SALVAJEMENTE APOTEOSICO
Me irrita el fin de año, todo ese ceremonial para despedir el tiempo…A mi el tiempo me gusta vivirlo y no pensar en él.
Sin embargo este fin de año ha tenido algo de apoteósico, y es que por suerte tengo amigos de ese porte, de porte apoteósico, descomunales en alegría, en ganas de vivir y de divertirse. Así que, Salvajemente Amateur, evento creado y alentado por ellos es esencialmente una fiesta de las ganas de vivir, y no importa el tiempo, ni la edad, SA es un interruptor del modo turbo que todos llevamos dentro, solo que el turbo de mis amigos es un buen rollo, una simpatía y un salero que te pega en la sonrisa y en el corazón y te saca de la inercia cotidiana de una salerosa patada.
Me gustaría agarrar bien fuerte los momentos que viví, intensos como nunca, toda la música, todos los temas, cariñosamente preparados, salvajemente interpretados, que sonaron sensacionales insuflados de esa profesional ilusión que desdibuja lo amateur sin caer en rigideces ni posturas.
Y no se que extraña magia se crea, que arte de birlibirloque se trajina, que me vi de nuevo con veinte años, nervios de escenario, con una banda que suena como los Smashing Pumpkins y son mucho más guapos, cantando una canción de despedida acompañada por un pianista mejor que un Baker Boy y más feliz de lo que se puede ser siendo una chica flaquita que descubrió el rock demasiado tarde y se resiste a hacerse mayor demasiado pronto, en una noche en la que los sueños se hicieron realidad. Hasta le pinté la cara a uno de los Kiss ¿Qué más se puede pedir?
A mis apocalípticos, Andrés, Anita, Ruso, Juanmi y sobre todo a mi Matías iría con vosotros a cantar hasta a la estepa rusa en el mes de enero. Os quiero, os admiro y no quiero que faltéis nunca a este sitio de nuestro recreo.