Los rusos son un pueblo terrible.
Pero algo deben tener en esas almas esteparias cuando elevan a lo sublime dos de las cosas que mas me gustan en este mundo, la literatura y el ballet.
Adoro el ballet, desde pequeña. Si, siempre he sido un poco cursi, pero no os engañéis, el ballet no tiene nada de cursi.
El ballet es una disciplina de hierro que hace al cuerpo humano trascender de sus propios límites, y a golpe de sudor y de castigo, lo convierte en comunicación pura, expresión pura. A través de la danza se transmiten todos los colores del sentimiento.
Hoy llego a mi casa transportada por que esta noche en el Generalife he presenciado un espectáculo absolutamente maravilloso. El Ballet y la Orquesta del Teatro Stanislavsky han interpretado varías piezas entre ellas una de mis favoritas el Pas de deux de “Le Corsarie” todavía estoy flotando.
Si a algunos les pone ver a su equipo meter goles, a otros ver a Rafa Nadal morder trofeos a mi me pone escuchar el sordo tamborilear de las zapatillas de Ballet.
Las piruetas perfectas, el dulce oscilar de los brazos, el desmayo del amor, el arranque de la pasión, la celebración, la fiesta….
Que belleza.