Sin ser una mutante ni estar entre las filas de los x-men tengo una extraña facultad, puedo desplazarme con el pensamiento. Sólo necesito un resorte, algo que encienda el interruptor de mi nave ultrarrápida y de pronto me encuentro en donde quiero estar en cuestión de segundos. Puedo estar tumbada en mi cama, pasando calor una noche de verano, y si siento llegar un soplo de aire fresquito desde mi ventana, imaginar que estoy en un bungaló en Bali por ejemplo. Una brisilla me traslada de golpe a un lugar muy lejano y en el que además nunca he estado. Me regodeo en ese lugar, no creáis que son visitas momentáneas, percibo detalles, como voy vestida o con quien estoy, eso suele ser lo mas divertido.
Las canciones funcionan estupendamente para desplazarte, por ejemplo puedo ir por la Gran Vía un día de lluvia escuchando en el ipod a Billie Holiday y de pronto estar paseando por el Boulevard Saint Germain, pa flipar vaya. Yo creo que esto en realidad es hartazgo de esta ciudad pequeña en la que vivo, una vía de escape como otra cualquiera.
Aparte de las canciones, los olores, las palabras, una cosa que me desplaza con gran facilidad son mis amigos con ellos voy a muchos sitios y no me refiero solo a lugares geográficos.
Hace unos días comentaba que me hubiera encantado ser amiga de Truman Capote que entro en sintonía perfecta con sus vivencias, con sus retratos, con los momentos de su vida que nos ha dejado entre sus letras. Sin embargo pienso que ya tengo amigos con tanto talento, a lo mejor no escribirán libros que pasen a la historia de la literatura (o quizá si, quien sabe) pero hacen grandes cosas, piensan, analizan la realidad y a las personas con ojo critico, con ojo ludico, se expresan con pinceles, diseño, palabras, teatro, canciones, organizan eventos estupendos y fiestas disparatadas, y con ellos, muchas veces, me siento como si viviera en pleno Manhattan, me colocan en el centro del mundo.
Hoy he compartido con uno de ellos un momento emocionante la materialización de un sueño, la realización de un empeño suyo, de una ilusión, de un canal por el que hará llegar a mucha gente su inmensa creatividad, su gran talento y su profundidad como persona y como artista. Muchos aprenderán de él y de otros, que como él, comparten el mismo sueño. Hoy allí, entre sus amigos que también son los míos, en medio de aquella alegría, de aquella expectación, de golpe, he estado en “The Factory” , suerte Chech y gracias por llevarme.