


Raúl Arévalo ganó el premio a mejor actor de reparto por la interpretación de un delirante presonaje en Gordos. Demuestra, de nuevo, su gran versatilidad y su precisión a la hora de transmutarse en otros personajes. Está fantástico y he de suponer que se trató de una difícil decisión, porque Carlos Bardem clavó a un preso de origen sudamericano, chulo, chivato y sin escrúpulos en sus intervenciones en Celda 211. Resines está correcto. Y Darín (El baile de la Victoria no la he visto) me tiene entre sus más devotas seguidoras y creo que no me equivoco si digo que seguro está maravilloso en la gran damnificada de la noche, la película de Trueba.
Otra de las alegrías que me dio la noche fue el premio a mejor actriz revelación que fue a parar a manos de Soledad Villamil, una actriz completa, que llena la pantalla con una presencia y una fuerza envidiables, por El secreto de sus ojos (una gran cinta refrendada justamente con el premio a mejor película hispanoamericana, ). En el tandem con Ricardo Darín está sobrecogedora. Una pareja de cine que ya nos encandiló en El mismo amor, la misma lluvia (1999). Juan José Campanella hizo una apuesta segura al volver a reunirlos diez años después.
Me apena que La vergüenza, que ganó el Festival de Málaga y el Festival de Cine de Lorca, obtuviera tan sólo la nominación a dirección novel. La película de David Planell aborda el tema de la adopción desde un punto de vista nunca antes tratado, de una forma inteligente y con un ajustadísimo presupuesto.