Este es un post de agradecimiento, agradecimiento del mejor, del bueno, del que sale después de haber pasado por risas y por llantos, saturado de sinsabores y grandes y gratas sorpresas.
Gracias Chechu (el plano de luces nos salvó, al menos de que nos quemaran en la hoguera los técnicos del teatro) y gracias por tu apoyo.
Gracias Micomicona por tus palabras y por las pronunciadas en todo este tiempo.
Gracias a Ángel, por estar ahí, por preocuparse y por su lealtad, aún en los peores momentos.
Gracias a Josué por sacarnos del apuro, por los duros momentos de la mudanza, por ser como es y por su brillante ejecución actoral.
Gracias a nuestro técnico de sonido, luces, montaje, carga-descarga, conductor, hombre para todo y mi amor: Maky. Y sobre todo, gracias por soportarme.
Gracias a Azahara por su tiempo para la grabación, y para escuchar mi desesperación y a veces hasta mi desesperanza.
Gracias a Arturo por prestarnos el equipo y por hacernos publicidad.
Al igual que, en este sentido, a Juan Vellido.
Gracias a Pepe por su alegría en los momentos chungos, por saber echar pasos hacia atrás y otros adelante cuando es necesario. Por ser consecuente y por esos grandes momentos en escena y fuera de ella.
Gracias a Marcello, porque en la vida pensé que uno pudiera sentirse tan cómodo en escena como yo me he sentido con él, por ser la gran persona que es y el gran artista que representa. Porque es para mí, ante todo, un referente y un amigo.
Gracias a Penélope, ¡ay, nena!, ¿qué te voy a decir? Que no podré olvidar estos meses juntas por muchos años que viva, tú ya lo sabes, las dos lo sabemos. El jueves fue memorable, y estoy convencida de que nos quedan otros tantos como ese por vivir. Gracias por tu ilusión y por tu esfuerzo en momentos difíciles para tí, por tu apoyo incondicional y por tu comprensión y, sobre todo, por no dejarme perder la sonrisa ni la esperanza, mi querida amiga.
Gracias a mi familia y a mis amigos fuera del teatro (M.Paz, Alberto, Jorge, Francesca, Fran, Ali, Macarena, May, Juan...) por aguantarme y animarme, y animarnos a seguir adelante.
Gracias a Juanillo por su lealtad y su amistad, por nuestras risas, por ser así, por los momentos brillantes en escena, por todo lo que representa y por todo lo que llagará a ser.
Por último, gracias Mamá por haberme insuflado fuerza desde donde estés, porque tu estela es la que sigo y la que me hace continuar, porque nada de lo que tengo es mío, nada me pertenece, todo esto y lo que vendrá es para tí, y para compartirlo con gente maravillosa como la que acabo de nombrar.